En el pasado ser gay no era una opción y la mayoría vivía en el closet con una doble vida (aja, solo en el pasado) de hecho casi nadie llevaba una vida abiertamente gay. Tuvieron que pasar muchos, pero, muchos años para que las cosas cambiaran. Fueron bastantes los que lucharon para que tuviéramos los mismos derechos que los demás, para que se nos dejará de maltratar y poder vivir libremente (y gritar a los 4 vientos “me gusta la macana”)
En la actualidad la sociedad se ha vuelto un poco más “tolerante” al tema. En varios países, incluyendo México, el matrimonio y adopción ya son legales, incluso se puede ver a parejas del mismo sexo de la mano en lugares públicos. Algunos famosos han compartido con el mundo acerca de sus preferencias. En las escuelas (menos en las religiosas) ya no se trata como un tema tabú. La ciencia ha comprobado que no es una enfermedad, bueno, hasta el Papa Francisco ha tocado el asunto con un poco más de sentido común (porque no le quedó de otra).
Un mundo de ¿bufe?
En el presente sigue habiendo todo tipo de bufe, discriminación y homofobia, pero no solo de los bugas, sino que ahora hasta de algunos homosexuales hacia cierto grupo en especificó de la comunidad LGTB. En este caso los más atacados son los afeminados, travestis, transexuales, pasados de peso, súper flacos o de bajos recursos. “No fats, No fems” es la leyenda que algunos colgaron en redes sociales y hasta camisetas (wtf!); pero también estos no se quedan atrás pues hacen lo mismo con los primeros, el caso es que se ha vuelto un dime y direte, nadie se pone de acuerdo y ambos defienden sus puntos (con puños, dientes, peluca y tacones, según sea el caso)
Todos tenemos los mismos derechos, a la libertad de expresión, a decidir que pensar o hacer con nuestras vidas (al menos en nuestro país) pero hasta qué punto es correcto que por querer hacerlos valer critiques, ataques o repudies a los que tú consideras, distintos, aberrantes o desagradables.
Y bien, aquí la pregunta sería ¿porque sucede esto? Tal vez por cuestiones raciales, culturales ,enojo, desquite, rollos religiosos, miedo al rechazo, miedo a la burla, miedo a la opinión pública, conveniencia, perjuicios, ojo por ojo, por ese afán, casi enfermizo, de aceptación o pertenecer, etc, etc.
El respeto contra la homofobia en la comunidad LGBT
Vivimos en un mundo que juzga por apariencias y suele estereotipar y generalizar. El ámbito gay no es la excepción y algunos hacen con otros exactamente lo que no quieren que hagan con ellos. Piden respeto cuando se lo faltan a otros. Piden tolerancia y son los más intolerantes. Piden no ser etiquetados pero ellos si lo hacen. Piden que no los discriminen cuando rechazan a “los otros”. Piden ser tratados cómo alguien “normal” pero tratan como diferentes a sus semejantes.
Todos, en algún momento, nos hemos burlado o usado ciertas palabras (puto, jota, pasiva, vestida, gorda, fea, peluquera, etc.) en tono de broma con nuestros amigos o allegados, pero también las hemos usado con tono despectivo o de insultos.
Es verdad que en casi todos los grupos pasa esto (políticos, nacionales, laborales, religiosos, de género, etc.), pero ¿no se supone que en los, así llamados, grupos minoritarios o más atacados, debería haber más apoyo y unión que en cualquier otro? Pues al parecer no es así. Por supuesto no se trata de generalizar o satanizar a nadie, sino de hacer un poco de consciencia, pues si entre gays nos discriminamos ¿Por qué esperamos ser tratados con respeto o como iguales por los demás?
Debemos dejar de etiquetar, porque, nos guste o no, alguien más lo hará con nosotros (karma, ley del boomerang, justicia divina, causa y efecto o como quieran llamarlo).
“Vive y deja vivir”.
Por Xula Breeskin
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