Gerardo, en entrevista para El Sol de Tijuana, relató dos ataques que marcaron su vida y por lo que decidió dejar a su familia y encontrar otra ciudad que los respetara por su sexualidad. El primero hecho fue el febrero de 2014, mientras manejaba su automóvil y una motocicleta con dos hombres se le emparejó de lado del conductor, mientras uno sujetaba con su mano derecha un arma y le pidió orillarse. El miedo hizo que Gerardo intentara escapar, por lo que su auto fue rafagueado.
El acoso por su sexualidad continuó al comenzar a recibir amanazas, recados en su trabajo, haciendo hincapié que no asistiera a lugares para la comunidad homosexual. El, comentó, que no tenía problemas con exponer su sexualidad, donde acostumbraba a saludar y encontrarse con viejos amigos. Por lo que interpretró que el acoso recibido eran simples amenazas de gente “de closet”.
El segundo atentado, fue más violento, pero ahora de un asalto, en lugar de sólo golpearlo y quitarle sus pertenencias, el ladrón le dejó muy en claro que esto le pasaba “por ser joto, no lo querían en la ciudad”. Estas amenazas hicieron que viviera su sexualidad asustado y en el anonimato, por lo que en decisión junto a su familia, decidió que lo mejor era irse lejos.
Primero llegó a Tijuana, donde un amigo, que trabaja en favor de la Comunidad LGBTI en San Francisco, le recomendó que pidiera asilo por tan agresivos ataques sólo por ser homosexual. Es así como en agosto del 2015 inició con la solicitud de asilo político. Hoy, a dos años después de haberlo solicitado, continúa esperando el fallo a su favor, esperando que en los tiempos de Trump no se complique la situación y tenga que regresar a casa, a volver a temer por su vida y su bienestar.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario