jueves, 1 de noviembre de 2018

Caravana migrante de la comunidad LGBTTTI sufre violencia y discriminación

Una multitud reunida camina en grupo por el extenso terreno de la terminal de autobuses de Juchitán, Oaxaca, caminan con mucha seguridad, pero también con un gran miedo, su presencia es demasiado notoria ya que pertenecen a la comunidad gay, otras son lesbianas, bisexuales o transgénero, lamentablemente todos son migrantes expulsados de sus países.

Ellos piden respeto, porque así como muchos de los centroamericanos que avanzan en la caravana hacia Estados Unidos, después de verse orillados a dejar El Salvador, Honduras y Guatemala por la pobreza y la inseguridad, ellos también son vulnerables y no sólo vienen huyendo de esto si no también de la homofobia y discriminación.

Sin embargo, reciben poco, o más bien nada de lo que piden, pese a ser hermanos de la misma, estar en las mismas condiciones y compartir el mismo anhelo: cruzar a Estados Unidos y tener un empleo que les permita mejorar sus condiciones de vida.

Entre chiflidos, abucheos, palabras como "perra", "zorra", "paras el tráfico", así como tocamientos, la comunidad lésbico, gay, bisexual, transgénero, trasvesti, transexual e intersexual (LGBTTTI) ha sobrevivido el largo viaje que inició la caravana migrante el pasado 12 octubre en San Pedro Sula, Honduras.

De acuerdo con la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), la violencia está expulsando cada vez más centroamericanos de sus hogares, en 2017 la cifra se disparó y el número de solicitantes de asilo y refugiados aumentó 58 por ciento con respecto a 2016.

La comunidad LGBTTTI se encuentra entre algunos de los más de 294 mil centroamericanos que en 2017 solicitaron asilo, así como de refugiados que fueron registrados en 2017, cuando esta cifra representó 16 veces más que en 2011.

La mayoría de los que integran la comunidad LGBTTTI son jóvenes y van en busca de un trato igualitario; el contingente avanza, pero ya se dieron cuenta que este grupo necesita ser respetado, incluso, Pueblos sin Fronteras, la organización que los acompaña, exige un trato igualitario y que todos se miren como hermanos.


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